En España, más de 2,5 millones de hectáreas de bosques se encuentran en una situación crítica debido a la falta de gobernanza. Se trata de terrenos cuyos propietarios son desconocidos o están dispersos en ciudades e incluso en otros países, lo que imposibilita su gestión y conservación. Esta superficie, mayor que toda la Comunidad Valenciana, se enfrenta al abandono y a graves amenazas como incendios y el impacto del cambio climático.
La principal amenaza para la vida de los bosques en nuestro país es tan desconocida como sorprendente: el 80% de los propietarios de estos terrenos no saben que poseen estas tierras. Esta situación se origina en procesos históricos como la desamortización del siglo XIX. En muchos pueblos, montes que fueron comprados colectivamente por vecinos han quedado en un limbo legal, con inscripciones antiguas y múltiples herederos, lo que dificulta su gestión.
La falta de titularidad y gobernanza impide realizar labores de cuidado de los bosques, tanto en gestión forestal como en aprovechamiento sostenible. Sin un modelo de gobernanza claro, estas tierras quedan en el abandono, lo que agrava los problemas de incendios y las devastadoras consecuencias del cambio climático. Además, en algunos casos, la ausencia de una titularidad clara ha favorecido intentos de apropiación indebida de estos terrenos.
Montes de socios: una solución para la gobernanza forestal
Ante esta situación, los montes de socios se presentan como una alternativa viable para recuperar estos espacios naturales. Son terrenos de titularidad privada pero de carácter colectivo, donde la toma de decisiones se realiza de manera conjunta entre todos los propietarios. Este modelo permite la creación de Juntas Gestoras, organismos encargados de organizar la conservación y explotación sostenible de los bosques.
Desde 2012, estas Juntas Gestoras han demostrado su eficacia, promoviendo planes de ordenación forestal, la reintroducción de la ganadería y la implantación de cultivos innovadores. En algunos montes de socios, se ha conseguido transformar tierras abandonadas en espacios productivos que generan empleo y riqueza en las comunidades locales.
Los montes de socios representan alrededor del 7% de la superficie forestal de España. Sin embargo, su regulación sigue siendo insuficiente, lo que dificulta su consolidación como una solución efectiva al problema del abandono forestal.
La necesidad de un marco legal adecuado
A pesar de sus beneficios, los montes de socios aún enfrentan obstáculos legales y administrativos. Es necesario un marco jurídico que facilite la identificación de propietarios, la inscripción de terrenos y el establecimiento de mecanismos que permitan una gestión eficiente. Actualmente, las titularidades de muchos montes datan de finales del siglo XIX o principios del siglo XX, lo que dificulta su regularización.
Uno de los principales desafíos es la fragmentación de la propiedad, ya que en algunos casos un solo monte puede tener cientos de propietarios dispersos en diferentes lugares. Conseguir que estos propietarios se involucren en la gestión del monte es un proceso complejo, que requiere tiempo, recursos y un esfuerzo de sensibilización.
El papel de Reconecta en la recuperación de montes abandonados
Para revertir esta situación, Reconecta trabaja en la identificación de propietarios, la reactivación de la gestión de los montes y la promoción de modelos sostenibles de explotación forestal. A través de la localización de herederos, la creación de Juntas Gestoras y el fomento de inversiones responsables. Reconecta busca devolver la vida a los bosques abandonados y generar oportunidades económicas en el medio rural. Su labor no solo contribuye a la conservación del patrimonio natural, sino que también ayuda a fortalecer las comunidades locales, promoviendo la colaboración entre propietarios, administraciones y entidades comprometidas con el futuro de nuestros bosques.
Invertir en la gobernanza forestal es apostar por un modelo de aprovechamiento colectivo que asegura la pervivencia de nuestros bosques, genera empleo y fortalece las comunidades rurales. Hacerlo posible requiere esfuerzo, recursos y un compromiso firme con la recuperación del patrimonio natural de nuestro país.